miércoles, 10 de septiembre de 2008

domingo, 7 de septiembre de 2008

Mala junta VI: Virgen de riña

“Mi vida emocional siempre ha necesitado de un amigo íntimo y un enemigo odiado”, confesó Freud en La interpretación de los sueños. “Siempre supe como procurármelos, una y otra vez”. Si hay una razón por la cual me decidí a leer la obra de Freud, aproximarme por fin a sus escritos, es porque su confesión me interpela. Desde el corazón hasta la última neurona. Aunque finalmente todo se trate de hormonas, no estaría mal aclarar, que tanto yo como el mismo Freud, hemos necesitado de amigos y enemigos, no sólo en lo que refiere a la vida emocional sino también intelectual. Jamás dejo en mi haber cuentas pendientes: toda persona que haya alguna vez pertenecido al panteón, tiempo después –sin excepciones- supe cómo ubicarla del otro lado del pedestal. Admirar, adular, elogiar, me es casi tan fácil como contrariar, alejarme y odiar. De este gesto doble parece depender mi vitalidad, mis distintos renaceres. Sin embargo, me pregunto hasta qué punto esa facilidad lapidaria me permite desembarazarme realmente de aquellos que hoy creo fueron mis víctimas.

Todo esto viene a cuento de un sueño que tuve hace un par de semanas, un sueño de esos que exigirían revisión, análisis, o sencillamente una buena y decidida sesión de terapia. No pude avanzar mucho en el libro sobre los sueños aún. Estoy bastante entretenida con las Conferencias y la biografía de Peter Gay. De lo contrario no me hubiera animado a contar lo que voy a contar.

En el contexto de mis treinta años, en el ambiente femenino de mis contemporáneas, la maternidad se ha vuelto el tópico de cualquier reunión, tópico en el que se ahonda día tras día, -¿es el diú un buen método de profilaxis?-, que se complejiza cada vez que alguna amiga/ hermana/ prima instaura el notición: estoy embarazada.
Lo primero que debo decir es que una de las cosas que más me llama la atención es que a este “estoy embarazada”, por lo general, le sigue un “felicitaciones” algo envidioso, como si la declaración viniera de la compra de un vestido o un par de zapatos, inaccesesibles, para nosotras: las solteras con o sin apuro. "No todos reciben con alegría la bienvenida del nuevo ser", decía en una especie de manual para futuros padres que me mostró Sabrina. Y digo, nosotras, porque si bien a mí la maternidad me tiene sin cuidado, -o quizás haya sido por eso, por la falta de profilaxis- hace unas semanas atrás, yo misma soñé que estaba embarazada. Creo que fue al día siguiente de que Gina, la hermana de Marichi, diera a luz a Faustino, unas semanas después de enterarme de que Ale y la hermana de Diego estaban embarazadas. Si mal no recuerdo fue también Sabri la que me dijo durante una conversación telefónica, ahora hay un montón de bebitos dando vueltas, ¿viste? Así es.
A decir verdad, mi sueño comenzaba en el momento en que me dirigía a la sala de parto. No sólo estaba embarazada sino que no había lugar a duda sobre tenerlo o no. Sabía quién era el padre, a pesar de que me venía acostando con dos tipos a la vez. La certeza radicaba en que con uno me cuidaba y con el otro no. Con quien no me había cuidado, era nada más y nada menos que un “amigo íntimo”, devenido en “enemigo odiado”. Por lo cual, en el taxi hacia la clínica, o algo así
-porque si había algo que caracterizaba al sueño era la ilegalidad del asunto-, decidía no confesárselo nunca, ni a él ni a nadie. Al llegar, me acostaba sobre una camilla con las piernas abiertas y me entregaba al médico y la partera que, con palabras y gestos amables, me invitaban a que me relajara, como queriendo decir, vas a ver que esto es muy sencillo. Yo estaba aterrada; aterrada y entregada. Era la misma sensación previa al tirón de cera durante un turno de depilación.
Lo curioso es que lo que yo daba a luz no era un bebé sino sólo la placenta, que con una ductilidad inimaginada hasta ese momento, la partera me extirpaba con unas pinzas muy largas y puntiagudas, sin que yo experimentara el más mínimo dolor. Empapada y confundida a la vez por el léxico y las sensaciones descriptas por madres amigas, la placenta –en mi imaginario algo así como medio kilo de chinchulines- se deslizaba desde el interior de mi vágina sin que yo realizara esfuerzo alguno.

En la escena que le sigue al parto –según Dolo, un aborto- aparezco yo con mi niño en brazos y mi hermano, en una habitación libre de muebles, bastante humilde. Mi hermano se pasea de lado a lado de la habitación con una mano en el bolsillo y la otra en el mentón en actitud reflexiva. La misma actitud que tomó el día que mi papá, determinante, poniéndome entre la espada y la pared, me dio a elegir entre sentarme a estudiar geografía (de una vez!) o buscarme un trabajo. Mi hermano tenía siete años, yo trece. En medio de la discusión, una discusión típicamente hogareña, mi hermano se retiró a su cuarto a pensar una solución para su hermana mayor, la descarriada. Lo más conveniente, le dijo enseguida a mi mamá, va a ser que le pongamos un quiosco en la ventana del cuarto, de su cuarto, que daba a la calle. Estaba dispuesto a ceder el espacio si era necesario.
En el sueño yo le había revelado el secreto sobre el padre del niño y le confesaba que quería que llevara su nombre, pero como segundo nombre, para no despertar sospechas. “Quiero que sea un nombre común, nada de rarezas”. Teniendo en cuenta los nombres de los bebés que andaban dando vueltas, (Olivia; Mora; Lola, como nombre; Edmundo; Hilario; Faustino, Santino; Fermín; Fiona; Uma) yo me deliberaba entre la tríada generacional: Diego, Pablo, Martín, o Juan, Juan y el impronunciable nombre del padre. Mientras pensaba, me daba cuenta que el niño no tenía ropa ni pañales ni moisés ni nada, porque no había tenido tiempo de planear nada. Mi hermano enfrascado en su temperamento pensante y organizado, temperamento que siempre lo había caracterizado, me decía que me calmara, que primero había que decidir el nombre. “Juan Sebastián”, se me vino a la mente, olvidando por completo mi testarudo deseo de que llevara por segundo nombre el del padre. A lo que mi hermano cuestionó, ¿Juan Sebastián?, ¡es horrible! ¿Por qué no?, le decía yo en clave “why not?”, y empezaba a cantarle una canción de Emilio Dublanc dedicada a Bach que decía: No son los ángeles que cantan/ no son los ángeles ni el mar/ es un señor lleno de cielo/ el señor Juan Sebastián. Finalmente le ponía Martín, Martincito y seguido el nombre del padre, mi “amigo íntimo”, ya devenido “enemigo odiado”.

En la tercera y última escena, estamos yo, con Martincito a upa, y todos los amigos, los del centro y los de Lomas, en una casa de campo con ventanales grandes. Afuera llueve, hay un árbol lleno de paltas. Ahora reconozco que estábamos en el hotel “Sol y Luna”, en Coroico. Estamos sentados alrededor de una mesa ratona tomando mate y comiendo facturas. De repente, mi niño, Martincito, me pide agua, me sorprende –habla, aunque acaba de nacer-, dice, “aba”, “uoter”, y yo descubro que es bilingüe. Me asombro muchísimo, y mirando a todos mis amigos les digo: Chicos! Chicos, esto me hace pensar que la lengua es algo innato. Porque yo, les juro que yo, no le enseñé nada.
Me desperté agitada, confundida. Agradecí a Dios que todo haya sido un sueño. Aunque el sueño-como dice Borges- sea un rasgo típico de la realidad.

jueves, 4 de septiembre de 2008

La voz humana


(Ilustración Carlos Egan)

Ah, sos vos. No, no te preocupes. Sólo a una perra como vos se le ocurre llamar a estas horas.
No, no dormía. No te voy a decir que soñaba con vos, que tenías el pelo largo hasta la cintura. Yo quería peinarte y vos, para hacerte desear, te lo recogías y, después, cuando te miraba el lunar que tenés en la nuca, te lo volvías a soltar.
Estaba terminando unos informes para el laboratorio. Estábamos en el laboratorio de Azcuénaga. Yo trabajaba y vos le dabas de comer a los peces que están en la recepción.
Qué voz tenés. Voz de maltrato. Seguro me vas a pedir que vaya a buscarte. Pero olvidate, nena, hoy no.
¿Cómo estás? Mal o aburrida. Si no, no me llamarías. Pero ¿sabés algo? yo no soy tu bufón. A mí me gusta cuando nos reímos juntos, como la vez que me pediste que me ponga esas medias largas tuyas y que baile como un mariposón. Yo me reía de vos riéndote de esa manera y me salía mal el bailecito, ¿te acordás?
¿Qué pasó? Lo llamaste y no te atendió. Cuando atiende el contestador es porque está con otra. A medio vestir, te tomaste un taxi y tocaste el timbre hasta que abrió. Te hizo pasar para que te calmaras. Si estaba con María, te dio merca y te hizo pasar al cuarto. O abrió una botella de whisky y le pidió que te maquillara, que te quitara las ojeras de nena caprichosa. O, tal vez...
¿Cómo? Sí, sí, te estoy escuchando. Dale, ¿entonces? ¿fuiste o no fuiste? O, te quedaste en el molde como la señorita que sos, te miraste en el espejo y te deprimiste porque te diste cuenta de que el poco culo que tenés se te está cayendo.
¿Y para qué llamó, entonces? Para que no vayas, sabe la que le espera. Y vos te pusiste a gritarle con esa voz de chicharra que ponés cuando llorás por teléfono. Él, imperturbable, te dejó monologuear un rato mientras encendía un cigarrillo. Porque, también, con una mujer como vos, hay que tener mucha paciencia.
Sí, volví a fumar. Dale, seguí, ¿qué más te dijo? En el sueño yo te miraba la nuca, te miraba el lunar que tenés en la nuca. Ése que siempre me da ganas de metérmelo entre los dientes, de succionártelo hasta que los dientes se me tiñan de azul. Porque tu sangre, seguro, es azul como el agua de la pecera del laboratorio.
A mí me parece que no tenés que ir. Siempre el mismo verso, y después te deja por la primera pendeja que se le cruza en el camino. Porque tu culo ya no le gusta. Y ¿sabés algo? a mí tampoco. ¿Me escuchás? ¡A mí tampoco me gusta tu culo! Te digo que me gusta para que te quedes conmigo. Pero ¿sabés qué? Tenés culo de vieja decadente, como esas mujeres de las pinturas de Egon Schiele.
No entiendo entonces, ¿por qué te angustiás? Gata Flora. Y cuando llorás me pedís que te lleve a ver los peces y que te bese la nuca y después el lunar; que te succione los ojos hasta que el agua de la pecera se tiña de rojo. Porque yo sé que tus lágrimas son de sangre, son de dolor.
¿Por mí? No te digo, gata Flora. Resulta que gritás por él y llorás por mí. Por favor, Laura, no vayas. Voy a buscarte y te venís a mi casa. ¿Sí?
Laura, no te preocupes por mí. Yo voy a estar bien. Laura, si venís a casa, te voy a comprar una pecera gigante con peces de miles de colores. ¿Me escuchás? ¡Una pecera gigante!
No, Laura. ¡No llores! Ya no nos necesitamos. Laura, te necesito. Tal vez llorar juntos sea mejor para los dos.
No, cómo me voy a olvidar de vos. No me quiero olvidar de vos. Laura si me dejás me voy a volver loco. ¿Me escuchás? ¡Loco!
No, Laura. Claro que podés llamarme de vez en cuando. No, no me llames, escuchame ahora. ¿Me escuchás?
Chau, Laura. Laura, no cortes todavía. ¿Me escuchás? Tengo cosas que decirte.¿Me escuchás, Laura?

domingo, 24 de agosto de 2008

Mala junta VI: Mitad hombre, mitad animal

Unos días antes de que naciera Edmundo, Sabrina tuvo varios sueños extraños. A mitad de semana me llamó para contarme uno en el que yo, se podría decir, tenía un rol protagónico.
No sabía si contártelo, me confesó. Todavía no terminó de entender porqué, a mí me encantó.
En el sueño me pedías que te acompañara a hacer un trámite, pasó a relatar mi amiga -que me conoce desde hace más de veinticinco años, y a quien en más de una oportunidad, durante la adolescencia, había llevado engañada a lugares insólitos con la excusa de un paseo en auto. Entrábamos en un edificio enorme con miles de oficinas. El edificio, oscuro y de pasillos largos, estaba medio abandonado y lo recorríamos sin llegar nunca a ningún lugar. En un momento se abría la puerta de un ascensor y alguien te agarraba de los pelos y te metía adentro, cerraba la puerta y te raptaba. Yo gritaba de miedo y desesperación. Horas, o días o meses después, no lo tenía muy claro, la policía y los bomberos rodeaban el edificio intentando un rescate, cuando de repente de la puerta principal salías vos, con la ropa totalmente tajeada, sucia y llena de sangre, convertida en una mujer salvaje. Tenías los ojos desorbitados, la mirada perdida, y en la mano derecha la cabeza degollada del raptor.
Uaaaau, le dije, me encanta. ¿Por qué tenías miedo de contármelo? ¿Vos qué pensabas en el sueño?
No sé, dudó ante mi entusiasmo inesperado, yo me alegraba porque te habías salvado, pero no había vuelta atrás, te habías convertido en una mujer salvaje, mitad humano - mitad animal. Incluso, me parece, que no sólo le habías cortado la cabeza sino que te lo habías comido. No entiendo porqué te gusta, era bastante terrible.
Sí, puede ser. Pero así como vos me lo contás parece un relato canibalista de Andrés Caicedo, en el que yo soy nada más y nada menos que la heroína. Además me es revelador. Me hace pensar que sería capaz de hacer cualquier cosa por conservar mi libertad.
Mse, mse. Me dijo Sabrina y cortamos, ambas teníamos cosas que hacer.
El sueño me quedó dando vueltas en la cabeza varios días, se lo conté a todo el mundo y aún hoy sigo fascinada. Ya no tanto por el gesto heróico. Sino porque cada día me convenzo más de que la libertad empieza por la aceptación total de lo que uno realmente es.

viernes, 22 de agosto de 2008

Tiro de gracia

Me acompañaba un perro. Al principio le tenía miedo. Se me había acercado con atropello, echando polvo y acelerado por la pendiente, galopaba impasible en dirección a mi mano, a mi muslo derecho como blanco. Pensé que iba a atacarme por estar haciendo algo malo, caminar por una senda privada o algo por el estilo. Atiné a correrme hacia un costado del camino por las dudas, todavía podía esquivarlo, evitar la mordedura, la sensación de sus colmillos desgarrándome la carne de un solo tarascón. (Ilustración: Carlos Egan)
El perro siguió de largo. Era un animal grande, con mucho pelo. Cuando pensé que lo peor ya había pasado el perro frenó la carrera y se detuvo unos metros más adelante que yo. El corazón empezó a latirme el estómago, y con cada golpe la onda sonora se iba expandiendo hasta la garganta. Me miraba altivo, con la lengua afuera y las orejas en punta. No sabía si eso era bueno o malo así que intenté tranquilizarme. No quería que se diera cuenta de que estaba asustada. Retomé la caminata con seguridad impostada, como si su presencia me fuera indiferente.
Nunca supe si fue mi andar despreocupado e indolente pero también él continuó la marcha, siempre adelante, guiándome en el camino. Cada tanto se detenía para asegurarse de que yo siguiera atrás, o para oler un arbusto y orinarlo. Si se demoraba, al punto de que yo terminara sacándole ventaja, interrumpía sus asuntos y corría con velocidad hasta alcanzarme.
No faltaba mucho para que comenzara el otoño. Las lluvias habían aminorado y el camino estaba seco. Unas semanas atrás, hubiera tenido que embarrarme hasta los tobillos para llegar a las cascadas. En otoño el paisaje se invertía: la sierra en su extensión era una larga cadena de cerros, sin nieve ni bosque de pinos, más bien de suelo árido y arbustos de poca altura unos aislados de los otros. En medio de esa flora sin sombra y de claveles del aire mis padres tenían una cabaña, al pie de la montaña, a mitad de camino entre el pueblo y las cascadas.
Apenas Esteban y yo nos divorciamos, no dudé en instalarme en la casa por un tiempo. Necesitaba descansar del delirio de energía que implica siempre una separación. La división de bienes había despertado la codicia, la envidia y el rencor. Y después de lograr que Esteban aceptara el divorcio (a cambio de que yo le firmara los papeles del auto a su nombre) sentí un alivio tan profundo que terminé deprimiéndome. ¿Dolor residual? Un pinchazo latente, imperceptible para la conciencia; algo parecido a la sensación de tener cuentas que pagar; o, como si habiendo perdido mucho peso todavía no supiera bien qué hacer con la piel colgante, estirada e inútil.
Las cascadas en sí eran pequeñas, pero las aguas de marzo habían aumentado el caudal y era posible hundir el cuerpo entero. Yo me contentaba con meter los pies en el agua y leer bajo la luz tibia hasta que anocheciera. A la vuelta comía nueces que encontraba en el camino y me dejaba impresionar por el sonido de los pájaros. Envuelta en esa microinmensidad que me rodeaba, creía cumplir con la ilusión de alguna vez no sentir ninguna necesidad.
Camino a ese paraíso individual, esta vez acompañada de un perro, estaba yo cuando la voz llorona se coló en nuestro andar, manso, sosegado. Un “Buuuuh, Buuuuuuuuh” fúnebre paralizó el instinto animal. Buuuuh, Buuuuuuuuh, lloraba una mujer, y el perro empezó a aullar, imitándola. Era un sonido horrible, un coro enloquecedor. Había empezado a correr viento y el llanto se dispersaba. Por momentos me parecía que salía de una choza, metida en el monte; después, por detrás, como si viniera del valle. Buuuuh, buuuuuuuuh, buuuuh, buuuuuuuuh. No podía distinguir el lamento humano de su eco, más lúgubre y deforme.
Finalmente fue el perro quien la descubrió. La puerta estaba abierta. Me asomé temerosa: primero la cabeza, y después el cuerpo, indiscreto, con pasos torpes hasta la entrada de la casa. La mujer estaba en la cama, tapada hasta el cuello con una sábana blanca. Al verme, trató de hablar en una lengua de sonidos espasmódicos que no podía controlar. Tengo hambre, hipaba, tengo hambre. Pobre mujer, pensé. De la mochila saqué un paquete de galletitas y entré con decisión auxiliadora. Pero ni bien puse un pie dentro de la casa, una barrera de olor agrio, denso, me hizo retroceder. Señoriiita, señoriiiiita. Tengo hambre, por favor, decía la mujer, y empezaba otra vez con ese llanto endemoniado: buuuuh, buuuuuuuuh. El perro me esperaba al costado de la ruta con ojos de preocupación. Desde la puerta estiré la mano con el paquete pero era evidente que la mujer no se podía mover. La casa era una habitación. Sólo entraba la cama y una especie de repisa, una tabla de madera sostenida por troncos. Sobre la repisa alguien había dejado estacionar una olla con sopa de verduras. Supuse que debía haber estado ahí varias semanas porque en el centro se habían formado hongos, y unas larvitas pequeñas e incoloras nadaban alrededor de un moho blanco, medio espumoso, hediondo. Yo trataba de no respirar por la nariz, el olor era insoportable. Me senté cerca de la cama, abrí el paquete de galletitas y le arrimé una mitad a los labios. La mujer estiró la lengua y masticó con desenfreno. Era vieja. Su aliento pastoso se me acercaba cálido cada vez que abría la boca. El aire que entraba por las ventanas circulaba sin renovar el ambiente, las ráfagas tibias no alcanzaban, más bien reanimaban el vaho. Según me había dicho, cada tres o cuatro días una vecina le llevaba algo de comer, cambiaba las sábanas y le hacía rotar el cuerpo para que no se le formaran llagas en la piel. Yo rogué que no me pidiera que la ayudara con la chata. No quería saber qué había debajo de las sábanas después de tantos días. Mientras la vieja masticaba, incansable, intenté despejar un poco el cuarto. Lavé las cacerolas, barrí. Pasé un trapo debajo de la repisa y de la cama para aminorar la cantidad de moscas que husmeaban alrededor del cuerpo postrado.
Asquerosas, pensé, les gustaba. ¿Y si la vieja está bichada?
Hay un tipo de mosca que se aprovecha de la discapacidad de los animales enfermos para hacer un nido y poner huevos. Es muy común en los perros con problemas de cadera o en los caballos de cola corta. En el lomo, a la altura del coxis, o sobre el párpado. En mil lugares posibles, la guarida es imperceptible, la mosca recubre los huevos con una lámina plástica, transparente, que los protege de cualquier sacudida. No son insectos comunes, no son mosquitos, no se alimentan con moderación de la sangre que logran extirpar en una distracción. Revolotean silenciosos, en busca de la temperatura adecuada para el desarrollo de sus crías. Trabajan con constancia y en secreto, desde la superficie, sin dejar marcas, hacía el interior. Más tarde en esa suerte de bunker nacen y crecen gusanos de todos los tamaños, se reproducen y se nutren de la putrefacción que ellos mismos producen hasta vaciar al animal, bicharlo hasta matarlo.
Podía no ser el caso. Preferí pensar en otra cosa, en refregar el piso, quitar las manchas, espantar las moscas. Pero era inútil, me volvían loca. Apenas alejaba el trapo aparecían otra vez, zumbando de a muchas, queriendo traspasar las mantas. La situación se me volvía incontrolable. Le pregunté a mujer si no prefería que la llevara a un hospital. Hablar con el cura del pueblo o con alguna autoridad municipal. La vieja negaba con la cabeza a todas mis sugerencias, y como queriendo decir que no había nada que hacer empezaba llorar otra vez. Buuuuuauuuh, buuuuh.
Algo se tenía que poder. El olor poco a poco se me volvía tolerable y quise ver el estado de esas llagas, de esas ronchas o lo que fuera que había debajo de las sábanas. No dejé que se negara, la convencí de que era necesario ver. Le pedí que confiara en mí y con delicadeza, para no ofenderla, fui corriendo las sábanas, poco a poco hasta los pies. Buuuuuuuuh, buuuuh. Un olor rancio, a carne en descomposición, a piel y uñas muertas, se liberó del cuerpo adulterado y rapidamente se expandía por toda la habitación.
Por fin sentí ganas de vomitar. Dejé la escoba sobre el marco de la puerta y corrí hasta la ruta. Me arrodillé frente a un arbusto y dos arcadas violentas vaciaron los primeros mates de la mañana. Después volví a vomitar una, dos, tres veces. La mujer me llamaba desde el cuarto. Señoriiiita, dame un poco de agua, insistía. Señoriiiita, ¿te sentís mal? Le hice señas de que estaba todo bien y descansé con los ojos cerrados, lejos del vómito, con la frente apoyada en el brazo izquierdo, contra el tronco de un nogal. El perro se había puesto de pie y se me acercaba. Podía sentir el jadeo, el olor de su pelo lanudo, su aliento. Lo miré con ojos nublados, vencidos. Me sentía culpable. Culpable e inútil por haberme demorado en entender.
Apenas recuperada volví a entrar a la casa. Sin titubeos, segura de lo que se venía, no dudé el blanco. El palo firme entre las manos, subirlo y bajarlo en un solo movimiento, resolutivo y estoico. Un palazo por la espalda, un golpe decidido a callarla hasta la calma.
Buuuuuuuuh, buuuuh. Buuuuuuuu, buuuuh. Cálmese, tuve que decirle, recia y tajante. Enseguida vuelvo. Voy hasta la cascada, a buscar agua y vuelvo.
El perro me vio perderme en dirección al pueblo. El cielo se había nublado por completo, empezaba a hacer frío y no traía abrigo. Pensé en llamar a Esteban y pedirle perdón. Pero sabía que también para nosotros era demasiado tarde.

martes, 19 de agosto de 2008

Nobleza Gaucha (última parte)


Q: Antes mencionaste a Marcelo Pocavida. Si mal no recuerdo era un tipo que, en medio de un show punk, se cortó el pecho con una botella rota y dijo “esto no es un juego”. Contame un poco de este personaje.

A: Marcelo Pocavida es un punk historico de Bs As. Tocó en los Los Baraja, que se formaron en 1981. Ahí tocaba con Montoto (a.k.a. Montolivo) que ahora es un formador de opinión rockera, educador de niños con poca iniciativa y responsable de los infamous "Bossa and…" Las vueltas de la vida. Después de Los Baraja seguramente pasó por miles de grupos más, que yo no conozco, así que vamos a saltar a Cadaveres de Niños. Ahí también tocaba Patricia y varias larvas más. Yo a Cadáveres de niños nunca los vi, lo vi a él solista, o con formaciones de emergencia, asustando a la audiencia. El loco es famoso por sus performances en vivo. Como una especie de G.G. Allin argentino: no tiene el menor reparo en meterse el micrófono en el culo, quedar en pija adelante de su no muy nutrido público y demás hazañas. Para ser más gráfico voy a recurrir a una anécdota que me contó él, una vez que vino a hacer una tapa de un disco, o un dvd, que iba a editar Carlitos.
Un día llego a casa, cuando vivía con Fede, que hacía la gráfica de Ugly rcs, y veo que hay un hombre en el living. Hablaba con voz de hombre, era cortés como un hombre cortés, tenía la edad de un hombre (hace rato que pasó los 40), tenía pelo largo, bien cuidado, negro, pesado, limpio; hablaba con mucha corrección y cordialidad. Nunca falta a ninguna convención de cortesía. Vestía botas texanas, pantalón de cuero, cinturón con hebilla grande, una remera con alguna moto, animal, o logotipo de alguna marca de motores, autos o derivados, y llevaba una campera de gamuza marrón con flecos largos al estilo vaquero coqueto.
En eso, mientras Fede le muestra lo que había hecho para la tapa de su dvd (sí, era un dvd) empezamos a charlar. Una cosa llevó a la otra y, mientras el gatito de la casa (Roscoe, el gato asceta) jugaba con los flecos de su campera, (en unos minutos yo iba a empezar a pensar que tal vez no fuera una buena idea hacer eso...) él nos ilustra con una anécdota reciente. Ya habían pasado los años de festipunks en la periferia de la ciudad, ya no iba a volver a cortarse el pecho con una botella rota ante la mirada temerosa de 50 o 60 punks/skins/heavys y a decir "esto no es un juego, pendejos". No. Esto sucede en la calle Estados Unidos al 200, un sótano que se llama Tabaco, que es regenteado por policías, ex policías, o gente allegada a la policía. Por eso ahí el barman, que está siempre en cuero, acalorado, y con un corte de pelo que despertaría la envidia del gran Mancuso, está autorizado a vender estupefacientes y su selecta clientela puede fumar y disfrutar de shows en vivo durante períodos en los que ese tipo de eventos son una rareza (post Cromagnon). Ahí tocaban los Star loosers, un cuarteto garagero que contaba con nuestro héroe a cargo del micrófono.
Durante el show de esa noche, uno de los momentos más álgidos incluía una "performace" (en estos términos se refería él a esto) donde estaban involucrados, en un principio él, una motosierra, y una cabeza de chancho. Mientras el fluir de la música embriagaba a la audiencia, desde el escenario Pocavida se dedicaba a, obviamente, cortar la cabeza de chancho en dos partes. Su novia de aquel entonces, fascinada por la performance de su media naranja, decide tomar un rol más activo en el asunto y se acerca al escenario. Tanto reduce la distancia entre su persona y el área donde se realizaba la performance que su largo pelo queda enredado en el envolvente movimiento de la motosierra que la chupa hasta cortarle un pedazo de oreja. En eso Marcelo para la motosierra, la sangre fluye, la gente no sabe si aplaudir o correr, los músicos no saben si dejar de tocar. La mujer, que para este punto del relato ya cuenta con un poco menos de oreja en su haber, decide resolver el silencio incómodo con gritos de espanto, dolor, y supongo, algo de indignación. Manda a la mierda a Marcelo, pide la disolución de la pareja adelante de todo el mundo, se va a buscar a la policía corriendo, ensangrentada. A todo esto el guitarrista, que estaba observando atónito la escena, decide desenchufar la guitarra, salir corriendo a la calle y nunca más volver a ver a Pocavida.
Ahora, de vez en cuando me lo cruzo. Los lunes del año pasado cuando volvía de
ensayar, siempre estaba tomando cerveza con varios linyeras (él siempre impecable, ¿eh?) en un escaloncito sito frente a un mercado chino de la calle mitre al 1600.

Q: Lo primero que tengo para decir es, “uuuaaauuu”. Y no sé si seguir preguntando. Voy a aprovechar la salida de los noventa hacia los ochenta, que no es tu escena pero que, sin embargo, adivino, podés contarme algo también. Ya sea porque leíste, escuchaste, te adoctrinaste con alguno de estos personajes o reyes de la escena punk.
Vos decías, si me equivoco corregime, algo así como que a mediados y fines de los setenta, el punk se vuelve punk rock, por eso la proclamación de los skins, la vuelta a las botas, etc. ¿Se podría decir entonces que la década de los 70 es la década del punk y los ochenta la década del punk rock, este punk un poco más digerible?

A: En realidad el punk es siempre punk y el rock es siempre rock, el punkrock no sé bien que sería. Cuando dije que el punk se había convertido en rock, quise decir que lo que había comenzado como algo más espontáneo e inocente, con el pasar del tiempo, el éxito y demás vicisitudes del showbizz, se terminó convirtiendo en algo más intencionado, profesional y aburrido. En realidad, para mí, lo que separa al punk del rock es la forma en que se produce y distribuye la música, no creo que haya ningún rasgo estético que sea patrimonio exclusivo de ninguno de los dos.
Creo que lo que constituye al punk como tal, sobre todo en los ´80, es la creación de canales de distribución paralelos, la forma de producción que casi no tiene mediaciones, procesos de legitimación que no son los tradicionales, cuestiones puramente políticas, que tienen mucha incidencia en la parte estética y que hacen a la ética. A finales de los ´70 el punk se hizo grande, los grupos que alrededor del ´75 tocaban en el CBGB para 150 personas empezaron a llenar estadios, como Blondie y Talking Heads. En Inglaterra lo mismo. Los Sex Pistols se separaron justo, pero después Siuxie, Billy Idol, Elvis Costello, Los Clash, entre otros, empezaron a facturar grosso, ya no pudieron tocar más en el 100 Club. Se hicieron inalcanzables, no te los cruzabas por la calle y tu hermana de 9 años los conocía. No digo que esté mal eso, pero sí afirmo enfáticamente que es distinto. Por más que The Clash cante sobre la revolución, toque dub o rap, ahora son un grupo de rock, tienen un sello grande de grupo de rock, gente de prensa de un grupo de rock, manager de un grupo de rock, drogas buenas de un grupo de rock, groupies lindas de un grupo de rock.
En los ´80 nace la idea de "indie", que no es nada menos que una abreviatura de "Independiente", variable que se tiene en cuenta porque para aquel entonces estaba empezando a popularizarse la opción de editar discos uno mismo, distribuirlos en un mercado paralelo, y girar por un circuito de clubes, squats, y demás lugares. Creo que lo más punk que se puede hacer es seguir en ese circuito teniendo la posibilidad de pertenecer al otro.
Teniendo en cuenta eso, creo que estamos en condiciones de afirmar que Los redonditos de ricota son punk, la gorda Poly vendría a ser como una especie de Ian MacKaye, porque ellos generaron un sello, se manejaban los shows, giraban, se hacían cargo de cada etapa del proceso de producción de la música. Los rockeros no, creen que el todo lo que no es música no forma parte de la obra. Y yo creo que están alienados, me parece que la música es cuestión de gustos, ahí no hay ni bien ni mal, pero cómo hacés circular tu música y cómo la producís, para mí, son cuestiones de vital importancia. Se escuchan, se ven, y son determinantes a la hora de relacionarse con la obra.
Ahora, ¿los ´80 acá? Nací en el ´78 como dije antes, y en 1990 tenía 12 años. De todas formas, sí, leí zines viejos, hablé con gente, y vi videitos. Por lo que pude sacar en claro, las cosas eran más ásperas en aquel entonces, la información era más difícil de conseguir, no se podían bajar cosas de internet, tenías la posibilidad de comprarte el L.P. carísimo e incoseguible, sólo había importados. Acá se editó muy poco punk, si querías un disco tenías la opción de esperar que alguien viaje al exterior o podías comprarte un k7 en alguna disquería (casi todas ofrecían el servicio de copiado de k7s).
Había pocos lugares, pocos punks, poca información. Las primeras bandas empezaron a aparecer a principios de los ´80, el registro más viejo que se me ocurre ahora son los dos temas de Los Laxantes que abren el Invación 88. Esas canciones las grabaron en la cocina de la casa de Felix (después bajista de Todos tus muertos) y son unas de mis canciones favoritas de la música Argentina, sobre todo Minifaldas, que es el himno a la frustración sexual adolescente y un manifiesto de lucha de clases: “Esta canción es para vos concheta/ te odio!/ por si no sabes el punk es destruccion!/ Vos pensá que destruir es la mejor manera de amar/ vos pensá que destruir es la mejor manera de liquidarte!/
cheta, cheta, cheta/ cheta, cheta, andate a la mierda!/ Sólo te importa bailar/ sólo querés madurar/ para ser buena mamá/ pero qué me importa lo que pienses/ si vestirte caro te divierte/ te perdono si estás fuerte/ y si querés fuckear”.

Pero supongo que todo en esa época sería bastante disperso, en los shows no había la especificidad que hay ahora. En cada show había de todo, punks, skins, que muchos en esa época, heavys, era todo más violento, bocha de piñas, todo menos accesible. Recuerdo cuentos de gente de esa época que decía que para ver acceder a los shows lo que hacían era ir a Constitu o a Retiro a ver si se cruzaban con algún punk o heavy, alguien que pudiese darles un panfleto. No había mensajitos. Después fue creciendo la joda, empezaron a editarse discos, Los violadores sacaron su primer L.P. Ya para finales de los ´80 ya habían salido discos de Masacre Palestina, Sentimiento incontrolable, Comando suicida, Todos tus muertos, el Invasión 88, pero todavía nada que ver con la oferta actual.
También a nivel estético era todo más obscuro, bah era lo que había en el momento, estaban todos influenciados por el New wave, el post punk, los grupos darks. La gente estaba re cebada, se estaba saliendo de la dictadura, había resabios todavía. Si lucías medio raro, te llevaba la policía seguro, había muchas razzias, peleas, como que se ponía más el cuerpo, los lugares eran menos profesionales, las bandas más mutantes, menos profesionales. Había una conexión más estrecha con el teatro, eso supongo que sería porque en el Parakultural y en Cemento las cosas se mezclaban, había más perfomances. En realidad como no lo viví, me lo contaron, supongo que sería bastante parecido al punk que viví yo de todas maneras, al menos a cierto nivel, pero las cosas desde la distancia siempre se ven distintas.

Q: Sí, entiendo. De todas maneras lo que más me interesa es esta idea sobre género punk, más que como una estética, como una ética, como una forma de producción y de difusión. ¿Cómo ves esto hoy? Digo, en la actualidad el desarrollo tecnológico permite que la mayoría de las bandas se independicen o desentiendan de terceros, al menos hasta cierto punto, y no sólo en el ámbito de la música sino también en el cine y en la literatura. Pero sin ir tan lejos basta con recorrer las calles de Buenos Aires, hoy, para darse cuenta que lo indie es lo hegemónico (diseñadores independientes, festivales independientes, música y literatura independiente, locales de comida chiquitos cordialmente atendidos por sus dueños). ¡El mundo se ha vuelto independiente!
Pareciera ser que el “do it your self”, de hoy no es una elección, sino más bien una forma de estetizar la pobreza, una manera canchera de mendigar mercado. ¿Dónde ves vos hoy ese rasgo “punk” en el arte?


A: Los modos de producción cambian con el correr del tiempo, y al cambiar modifican miles de cuestiones estéticas, políticas, filosóficas, etc... No creo que se pueda separar tanto el modo de producción de las demás variables. Porque en cuenta definitiva, ahora que se puede hacer música desde la compu es inevitable que todo suene más o menos
parecido, porque todos usan los mismos programas, graban en el mismo formato, escuchan la misma música, comen la misma comida, todo está relacionado de alguna manera.
En cuanto al tema de lo "independiente", es cierto hoy todo es independiente, hasta TN hace periodismo independiente. Pero lo que pasa es que las nuevas tecnologías de alguna forma abren la cancha para que todo el mundo acceda a cierta exposición. Me parece que la diferencia ahora es que todo el mundo puede mostrar lo que hace en un cierto circulo, pero el gap está todavía. No todos los que tienen un myspace pueden tener un contrato discográfico, no todos los que tienen un blog tienen un libro, y no todos los que hacen pelis las estrenan. Todavía esta el problemita de la distribución, que es lo que regula el mercado (editorial, musical, cine). Si quiero, por una suma de dinero no muy abultada, yo podría hacer cualquier cosa, una peli, un disco, un libro. Obviamente van a apestar, pero si no apestaran todavía estoy en la misma que en los ´80, tengo que salir a golpear puertas, hacer llamados, reírme de chistes que no me hacen gracia... Porque no tengo nadie que ponga mi producto en los escaparates, no puedo hacer llegar lo que hago a la masa de gente, esa es la diferencia. Hoy el cine lo maneja Miramax, que es una distribuidora, no es como antes que los estudios eran los protagonistas, ya no hace falta infraestructura para la producción del asunto, el problema es la distribución.

La independencia hoy es un espejismo, tenés razón. Pero no me parece que sea una forma de "estetizar la pobreza", tal vez sea una forma de estetizar la mediocridad. Pero como dije en la respuesta anterior lo que más importa hoy en día es la elección que uno haga. Hoy hay miles de personas que producen cosas de forma casera o independiente, como quieras llamarlo, pero se mueren por pegarla, por dar el salto al publico grande, a las minitas lindas, a las drogas caras, y lo peor de todo es que como dijo Andy, finalmente todos van a poder acceder a eso, aunque sea por un ratito.
Porque el arma más peligrosa que tiene el mercado (odio hablar de categorías tan generales, en términos casi conspirativos, pero eh lo que hay...) hoy por hoy es la inclusión. El problema ya no es que la falta de politicas culturales más democráticas. La demanda de mercancía cultural es cada vez mayor, los tiempos de exposición son cada vez más fugaces, la industria cultural se parece cada vez más a una picadora de carne, y los "artistas" caen cada vez más, por ingenuidad o tilingueria, en la trampa.
Los grupitos se ponen contentos cuando los invitan a participar de un festival pedorro organizado por el gobierno de la ciudad, se afanan por subirse al escenario del ciclo nuevo del teatro San Martín; los artistas plásticos no ven la hora de que los inviten a Estudio Abierto; y los escritores quieren ganar el premio Clarín. Y lo peor de todo es que hay lugar para todos. Todos acceden, todos son incluidos, todos tienen un lugar por 5 segundos, todos pueden ver como es el spotlight de frente, se sacan una foto, y la pegan en el remís así pueden recordar cuando fueron famosos. Esa inclusión tan feroz es lo que hace que ya no haya ni centro ni periferia, termina con la dialéctica, pero no genera ningún punto de fuga. Hay que ser rápido, hay que estar atento. Hay que generar márgenes. En concreto, sí, hoy el indie es babilonia. Creo que prefiero "Casi ángeles" a cualquier bandita nueva que quiere tocar en Niceto.
Todo pasa por ahí, es como que tienen a todo el mundo juntito, todos controladitos en un lugar seguro, sin que pase nada peligroso ni divertido, ni nuevo.

“El mercado" demanda mercancía incluyendo. Y en ese incluir cambia el contenido, transforma el arte (upaaa!) en mercancía cultural para que el que escucha, mire o lea, compre. Es así como el discurso que hace a cada item al ser comercializado se ve atravesado por otro discurso transformando lo que alguna vez fue una cosa en otra menos romántica y con menos aura, más palpable, más aprehensible, alcanzable, menos misteriosa. Este proceso genera un vaciamiento retórico, y ese vacío es reemplazado por las leyes del mercado, por la oferta y la demanda y por los tiempos/prácticas/códigos que esto impone.
Cuando llevamos el proceso a un punto de desarrollo tal que genera este nuevo mapa donde no hay accidentes geográficos, el discurso (del mercado), que en un principio era
confuso y solapado, se evidencia, se hace más transparente, y dibuja una línea en el piso para que podamos decidir de que lado nos paramos.
Creo que cuando todo es tan evidente, cuando ya casi no hay opciones (siempre hay
opciones), la pelota está en la cancha del individuo, uno empieza a tener más herramientas para poder decidir, y esta decisión se vuelve algo vital, se transforma en un ingrediente fundamental de la obra. Y creo que de estos momentos es que salen las expresiones más urgentes, sinceras y por lo tanto más bellas.

¿Dónde veo lo punk hoy? No sé si dar ejemplos, hoy no se puede confiar en casi nadie, hay grupos, artistas, espacios que se preocupan por no estar incluidos, por generar circuitos de producción y distribución propios. El punk hoy (y siempre) es decir que "no" teniendo la posibilidad de decir "sí", elegir el camino más complicado con la noción de que se va a llegar a un destino más noble.

Q: Creo que no estaría mal terminar nuestra sesión preguntándote por un concepto que me parece atraviesa toda la entrevista, ¿qué es lo noble? ¿qué es ser noble?

Es cierto que la nobleza atraviesa la entrevista, porque para mí es algo muy importante. Cuando hablo de nobleza, hablo de la relación que yo flasheo del artista con lo que hace. Hay casos en los que noto que una obra ya desarrollada que ocupa lugar en el tiempo y el espacio es consecuente. Encuentro que hay correspondencia entre elementos internos y coyunturales que forma un sistema que habla de algo más grande que la suma de las partes. A veces noto que el "artista" tiene una relación de necesaridad con lo que hace: no tiene otra opción más que escribir lo que escribe, o tocar la música que toca, o pintar el cuadro que pinta. Después, si me gusta el producto final o no, es cuestión de gustos. Pero eso mucho no importa. Me conmueve la sinceridad. Me impresiona la tenacidad empleada en mantener un trabajo de una vida, que tenga que ver consigo mismo; mantenerlo desarrollarlo y cambiarlo a través del tiempo. Me interesa el compromiso de alguien con algo.
Porque en realidad uno sólo no hace más que relacionarse con hechos, cosas y personas. Esa es la materia de la que están hechas las personas. La forma en la que uno interpreta esas instancias es la capacidad de crear, de transformar, de inventar.
Capaz que la vida de alguien es una mierda. Pero de ahí puede salir un linyera cagado encima o Jean Genet. ¿Qué diferencia hay entre uno y otro? Ninguna. Sólo el poder de transformar cosas en otras. En eso creo y eso es lo que busco cuando me aproximo a algo, ver qué hace cada persona con lo que tiene.

martes, 29 de julio de 2008

La educación sentimental (parte II)


Q: veo que estás ensañado con la Inrockuptibles, ¿por qué? Hablemos de revistas de rock. Yo nunca fui muy lectora de revistas de rock, me acuerdo que en una época heredé la colección de mi primo: Cerdos y peces, Expreso imaginario, Pelo, pero no las leía. Me gustaban las fotos de la Expreso, eso sí. Todavía las tengo, la mayoría están recortadas, cual Anteojito o Billiken. Vos me decías que en realidad más que leer revistas leías Funzines...


A: Bueno,"vamos por partes" dijo el rabino: en primer lugar me parece que el periodismo musical es, en el mejor de los casos, perjudicial. Digo, como institución, ¿no? Y para hacer ese recorte hay que generalizar. Cuando hablo de "periodismo musical" tengo que hablar de medios como la Rolling Stone, Irockuptibles, y demás revistas que vemos en los escaparates y que nunca leí. También caerían en la volteada medios como MTV, Rock & Pop, VH1...

A mediados de los años ´50 en Estados Unidos (esto lo vi en una peli...) hubo un problema en torno a las "payolas". Esta palabra tan rara nombraba una práctica por medio de la cual los sellos discográficos lograban, intercambio monetario de por medio, que se le diera más tiempo de aire a ciertas canciones. Lo que está mal con respecto al periodismo musical es eso: estas revistas "especializadas" que nos dicen qué viene y qué fue, qué es clásico y qué no, se basan en números de venta, gustos personales que pueden no coincidir con el mío, coimas, regalos y favores sexuales, pero de música todavía nada...
¿Con qué autoridad la edición pedorra de ahora de la Rolling Stone se anima a decir que "los 50 mejores discos de la década" son tales o cuales?, ¿quién puso a la manga de gorditos sin novia que escriben ahí a decidir qué es y qué no es importante (teniendo en cuenta que estas cosas pudieran llegar a ser importantes)?
Los periodistas de rock, los medios de rock son como el colegio. ¿Viste que al final eso del caballo blanco con el que San Martín cruzó Los Andes era un burro? Bueno, el intercambio de "La balsa" entre Tanguito y Lito (Nebia) no fue tan así tampoco. Ellos crean un mito para que los "rockeros" lo repitan tooodo el tiempo, como un oficinista repite "buen findeeee...." todos los viernes a partir de las 16 hs sin parar y con un pequeño hilo de baba cayendo por la comisura de los labios.
No sé, no escucho radio, los suplementos jóvenes de los diarios sólo los uso para enardecerme, las revistas para ir a cagar y si son las mencionadas anteriormente no llego ni a la mitad del cago que estoy pensando: "ojalá tuviese la Pronto acá".

En cuanto a los funzines, que sé yo, los musicales de mi época tenían las mismas entrevistas, a los mismos grupos, las mismas preguntas, el mismo artículo sobre liberación animal recortado de un flyer de p.e.t.a, notas contra la penalización del aborto... Al menos ahí había columnas, escritos pedorros que eran divertidos, y estaba todo mediado por las ganas de pertenecer a algo, levantarte minitas, o ganar scenecredits, que a mi entender es algo un poco más noble que vender números y ganar anunciantes.

Q: Me toca preguntar, aunque ya lo sepa, ¿cuál es tu generación? ¿Cuál era el modo de circulación de estos funzines y cuáles eran los points?


A: Nací en el ´78, empecé a ir a recitales alrededor del ´93 o ´94. Creo que el primer show puramente hardcore (antes había visto a Fun people varias veces, ahí me enteré de la existencia de todo lo demás) fue uno en Burzaco. Lo organizaba Javo, que era amigo de mi amigo el Tuku, y tocaba en un grupo que se llamaba Actitud abierta. En ese show tocaban Bhakti, gran grupo de hc hare krishna, Natural, Actitud Abierta, y XAutocontrolX. Javo se enojó con Julián (cantante de Autocontrol) porque el muy larva se había quejado de la precariedad del evento arriba del escenario. No sé que le agarró, de todas las veces que vi a Autocontrol después (muchas) nunca los vi con mejor calidad de sonido o puesta. Supongo que estaría ofuscado por alguna otra cosa.
Yo no conocía nada de esta movida, cuando leía el nombre de Autocontrol con las X´s en los volantes pensaba que se pronunciaba "csautocontrolcs", no tenía idea de que era el stright edge. Tampoco que había gente que se reunía en torno a eso, u otras cuestiones.
Cuando llegué al show entré en una cancha de básquet de un club de barrio, había bastante gente, pero no era como la gente que veía en recitales de Divididos, Las pelotas, ni siquiera la gente que iba a ver a Ácido Camboyano o Calle de tierra. Estos eran distintos: tenían parches en la ropa (por todos lados) de grupos con nombres que me daban ganas de escucharlos, consignas anarquistas, veganas, pro choice. También ahí circulaban zines, K7´s, distintos panfletos… Todo el mundo hacía algo, todos te invitaban a participar de alguna movida.
Bhakti me asustó un poquito, Javo me presentó a Garuda (Patricio) que era un chico rubiecito, pelado, callado y muy cálido; también a Pablo, un poco menos simpático, te daba la impresión de que lo podías cagar a bifes.
Cantaron algunos mantras, después de todo eran hare krishnas, tocaron esos tambores y repartieron comida h.k. Cuando subieron al escenario empezaron a tocar con una fuerza que nunca había visto antes, tenían equipos de mierda pero sonaban increíbles: el cantante gritaba como si le estuviesen metiendo alfileres abajo de las uñas, Garuda parecía que se iba a quebrar en cualquier momento por lo mucho que se movía y gritaba todas las canciones al cielo, sin micrófono. Ah, estaban vestidos todos con ropa devosional (túnicas naranjas, zapatillas de lona). Después, Natural, el bajista tenía una remera de Jamiroquai (pensé que era cool, a mí me gustaba también, perdón). Ellos no eran tan heavy metal, en cambio eran melódicos, letras en primera persona, mucho mosh, mucho pointing finger, el cantante le daba el micrófono constantemente al público (amigos) que se sabía las canciones (emo). Después Autocontrol, en realidad Julián estaba de malhumor, tocaron al final, eran como las 5 de la fría mañana de Burzaco, y no estuvo bueno. Sin embargo todos insistían en cantar "autodescontrol, descontrol, descontrol, autodescontrol..."

Salí al patiecito y vi que había una mesa. En esa mesa estaban los que después iban a ser compañeros de escena: el mugre, Pichón, Paulita Ranci, Juli, Eli, y demás alimañas. Esa tarde había dado una clase de inglés así que tenía algo así como 15 pesos que fueron suficientes como para comprarme el "Libre Albedrío", que era un compilado hecho por Diego Lirios, que tenía temas de XeternidadX, Flores del sol, Bhakti, y Natural. También me compré el cassette de Autocontrol, Disciplina, y el primero de Vieja Escuela, "¿Decisiones?". Creo que también pegué un zine. No sé si fue un Remolino de Lirios, pilar del emo local.
Ahí me tiraron el dato de la feria de Congreso. Yo me pensé que iba a ser la misma gente del show, pero ni ahí, en la feria de zines de Congreso se juntaban ellos (que eran la generación más joven) y otros más punks, menos emo, hardcore o straight.
Esa feria funcionó desde los ´80 hasta finales de los noventa. Por ahí pasaron varias generaciones de jóvenes rebeldes, ilustrados, culposos de su clase en unos casos, lúmpenes en otros, pero todos coincidían en hacer bandera de cierta rebeldía. Los más históricos eran Patricia (hoy en Cumbia Queers), Gerardo dekadencia de Mar del Plata, Marcelo Pocavida (a veces), Nekro. Toda gente que era más grande que nosotros, que había vivido la movida desde sus principios en los ´80 y que de alguna forma nos adoctrinaba.
De la feria de Congreso (que se hacia en la plaza Dos Congesos, doh) después pasabas a conocer otros puntos de intercambio, de libros, zines, y relatos, como por ejemplo la f.o.r.a., la José Ingenieros…
También estaba el parque (Rivadavia). Eso era realmente raro, sobre todo porque era los domingos a la mañana. Me acuerdo que en un cumple de Sebastián (Expulsados) conocí a Gustavo de Longchamps. Él era un comprador de vinilos que me ofreció llevarme al parque la mañana siguiente. Nos encontramos en el tren que pasaba a las 10 de la mañana por Lomas en el último vagón. Había que ir temprano porque si no "te madrugan los buenos discos".
Durante mucho tiempo fui al parque, ahí básicamente se intercambiaban discos. Había gente que caminaba con discos que no quería más, y gente que caminaba deseando esos discos. El trueque era muy común. También había gente que se dedicaba a vender discos, puesteros, pero que no tenían puestos, tiraban las cosas en el piso y vos ibas y negociabas, como si compraras sábanas en Brasil, "ehhhhh 20 p por ese disco, te doy 15". A veces la cosa se ponía medio áspera porque llegaba la policía y si te veían con cosas tiradas en el piso asumían que era para vender (los vericuetos de la ley...). Así que cuando se corría la bola de que venían los ratis, todo el mundo se quedaba paradito en su lugar con las cosas sin tocar el piso. No te podían llevar, así que cuando la policía se cansaba todo el mundo tiraba las cosas al piso y el comercio continuaba.
En el monumento a la bandera, que estaba en uno de los extremos del parque, se juntaban los hardcore, obvio que fui como chancho a la batata ahí y no tarde mucho congeniar con la gente esta, después de todo eran gente copada que encima vendía discos re baratos. Después íbamos a comer una espantosa pizza Huggi´s a unas cuadras, luego cada uno se iba a su casa a disfrutar de las compras del domingo a la mañana.


Q: Ahora sí, ¿qué es el hardcore?


A: El hardcore es bien yanqui. La tercera generación de punks. Si tenemos que poner un principio, a lo mejor deberíamos hablar de Los Ángeles (la ciudad). Ahí había bandas que tocaban punk, pero como no eran los arty-farty neuyorkinos, (de hecho había un grupo que se llamaba The farts, tenían un slogan que rezaba: "fuck art, let´s fart", fart quiere decir pedo), tocaban más rápido, las canciones eran muuucho más simples, más cabezas. Un movimiento puramente juvenil, puramente marginal. Al menos eso dicen, porque ahora el h.c. es cosa de cheto.
Uno de los primeros grupos de hardcore, aunque muchos digan que tocaban punk, fue Black flag. Ellos, de la mano de Greg Ginn, un tipo que para aquel entonces ya era bastante grande, empezaron a tocar, editar discos a través de su sello (SST records) que durante los ´80 sería uno de los sellos independientes más importantes de EEUU, y sobre todo empezaron a girar por todos y cada uno de los pequeños pueblos de Norteamérica. Creo que ese fue el rasgo más hardcore de ellos. Pavimentaron el camino para que miles de otros grupos hicieran lo mismo. Do it yourself, pero de verdad. Tenían una camioneta que iba de una costa a la otra todo el tiempo, tocando y durmiendo en cualquier lado, editando discos ellos mismos, distribuyéndolos ellos mismos, generando en ese ir y venir un circuito de lugares para tocar no tradicionales, tocaban en casas, garages, piletas en desuso, pizzerias... Ahí los vieron miles de pibes que pensaron "esto yo lo puedo hacer..." y así surgieron bocha de grupos a través de todo el país. Pero todavía no tenía forma de hardcore puro y duro, eso iba a venir de la otra costa.

Washington D.C, desde 1978 que existe un grupo que se llamaba Bad brains, ellos fueron el primer y único grupo enteramente negro de hardcore que hubo. Obvio que ellos ni ahí que se hacían cargo del mote, todavía no existía. Pero tocaban rapidísimo, a diferencia del resto eran buenos músicos, y además eran rastas. Intercalaban canciones de un minuto y medio con reggaes muy roots. De ellos aprendieron un pequeño grupo de bandas de la zona que en un par de años iban a cambiar la forma de hacer y distribuirla música.

En 1979 se arman los Slinkees, ahí tocaban Jeff Nelson e Ian MacKaye, en ese momento no deberían tener más de 15 o 16 años. Tocan varios shows localmente, nada demasiado revolucionario, sólo una copia medio moga de los Bad brains. Pero tenían algo que los demás no, y era juventud. Esta condición es muy importante para el género, porque desde ahí es que están obligados a armar su propio circuito de lugares.
El negocio de la música está totalmente controlado por el negocio del alcohol. Si eras menor de edad en esa época no podías ir a shows, a los menores no se les puede vender escabio, si no vendes escabio no ganas plata: ¿para que queremos menores en nuestros shows?

Al año siguiente fletan a un par de integrantes (Los slinkees) y reclutan a un par más, se cambian el nombre y surgen los Teen Idles. Ellos giran, tratan de ir a California a tocar con Black flag, que para ese entonces eran como una especie de celebs. No pueden tocar, la madre de uno se avispa que le habían afanado la camioneta, los encuentran y los hacen volver. Sólo llegan a tocar un show y a conocer a la gente. Pero vuelven re cebados, ven que en los bares de L.A. a los menores les pintan "X" en las manos para que no les vendan alcohol.
El primer disco de los Teen Idles es el dischord records n° 1 (dischord es "el sello" indie de los ´80 y los ´90), el sello es gerenciado por Ian Mackaye y Jeff Nelson. En ese E.P. que se llamaba Minor disturbance, hay cuatro temas que hablan sobre minitas que actúan como si fuesen grandes y no les dan bola, sobre peleas (pasatiempo favorito de muchos de ellos) y sobre lo hecha mierda que estaba la escena porque estaban todos en cualquiera: escabiando, jalando ran, y anda a saber que más. En la tapa del disco hay dos puños cruzados con "X" dibujadas en las partes posteriores de las manos. "Métanse su alcohol y su circuito en el culo, nosotros no queremos esa mierda". A partir de ahí el resto es historia.

Después iba a venir Minor threat, el straight edge, otros grupos, otras escenas, otras ciudades, cada uno con sus particularidades. Pero básicamente el hardcore se trató de los pibes haciendo cosas para los pibes, nada de gente extraña metida en el medio, toda una red alternativa generada por chicos y chicas que hacían todo para divertirse, conocerse, viajar, y tocar.

Q: ¿Y Cap´n jazz? ¿son hardcores?


A: ¿Cap´n jazz? En realidad decirles hardcore a ellos me cuesta. Para hablar de Cap´n jazz hay que recorrer todo, pero vamos a resumir y decir que ellos son la tercera generación de emos (...y a mí que no me gustaban los géneros), sí de esos que se juntan en la bond los sábados a la tarde y que se pelean con los bloggers.
En 1985, cuando el h.c. en Washington se había corrompido, los shows eran muy violentos, a los shows iba gente que no entendía la movida, el éxito de algunos grupos generaba cierto resentimiento en otros, y la cuestión había dejado de ser tan horizontal. Además todos eran unos años más grandes, ya estaban empezando a pensar en cuestiones más subjetivas, menos scene talk, más me talk. Ahí se junta la segunda camada de bandas de la ciudad (Embrace, Rites of spring, Gray matter, Beefeater, Dag nasty), y corporativamente deciden dejar el hardcore: basta de mosh, basta de violencia, basta de letras en segunda persona, acusando al amigo que ya no lo es porque traicionó el contrato tácito de la escena. Ahora se habla de amor, de política, bah de lo mismo, pero usan la primera persona, se quejan, son EMOcionales.
En el medio de eso y Cap´n jazz hay mucho, pero básicamente desde ahí salen esos pibes, sólo que ellos ya son medio polémicos. Después de Cap´n jazz iban a venir Joan of arc (no tan polémico), Promise ring (re polémico) y muchos grupos que pusieron le pop al emo.

Q: ¿Por qué polémicos?

A: Con polémicos quiero decir "de mierda". A mediados de los noventa acá en Buenos Aires pegó el emo. Aunque el emo que pegó en Buenos Aires, venía obviamente de D.C, pero también había muchos grupos que ya habían sido influenciados por esa escena que fueron los que pegaron acá. En California había un sello que se llamaba Ebullition Rcs, ellos editaban cosas de Still Life, Portraits of past, Fuel (esto es reedición, originariamente salió en "Rough trade"), Troches to rome; también estaban los frances, Anomie, Undone, Fingerprint, Vanilla... Todos salían por un sello que se llamaba Stonhenge.
También estaban los grupos de 3 one g, esos eran los Swing kids, Unbroken, etc., y finalmente por el lado de Chicago, entre la música D.I.Y, más orientada al emo, estaban los Cap n´jazz, entre otros, ¿no?. Ellos eran unos pibitos que editaban por un sello ignoto, tenían temas medio perdidos en compilados y un L.P que valía una fortuna y era muy difícil de encontrar, hasta ahí, todo bien. Lo jodido vino cuando Jade Tree, un sello que estuvo muy de onda a finales de los ´90 editó un Complete discography que tenía un nombre muy largo, irreproducible, lo siento. Ahí se pudrió, explotó el mito. Porque a parte de ser caro y difícil de conseguir, el material de Cap n´jazz estaba bueno, tenía mucha energía y hasta aquel entonces hacían algo que no se había hecho: mezclaban la desprolijidad amistosa y canchera del indie Low Fi con la energía del hardcore, letras con juegos de palabras chiclosos y pegadizos, melodías lindas, desafinadas, partes de gritos que hacían que nuestros padres se taparan los oídos, y además, estaba bueno para escuchar mientras estabas triste. Grosso. Pero lo grosso se terminó cuando empezó a estar por todos lados, los integrantes de Cap ´n jazz se separaron en dos grupos que fueron más exitosos que el primero. Por un lado los Kinsella, que eran dos hermanos irlandeses que cantaban y tocaban la guitarra formaron Joan of arc, canciones que parecían a medio hacer, definitivamente tirados al indie Low Fi, depuraron el hardcore, y el emo. Algo pretencioso pero todavía con cierta dignidad.
Por otro lado, estaban los Promise ring. Los primeros dos discos todo bien, pop villero, influencias del indie yanqui, canciones que hablan de rayos de sol, paseos en bici… Después todo el mundo empezó a hablar de "las mariposas que aparecen en mi panza cada vez que escucho Promise ring...", medio como que se pasaron de la raya, es como que el h.c. es menos easy listening, ¿cachai?
El hardcore domesticado no da, es como esos putos que se quieren casar, ¿para qué te vas a casar como un hétero si precisamente ser gay se trata de negar ciertas convenciones que apestan?, ¿justo eso vas a hacer?
A decir verdad, como me inspira mucho más cariño un puto lumpen que esos putos de utilísima que preparan tortas para las señoras, me gusta mucho más un grupo que es villero y se queda así. Lo feo que hicieron los Promise ring fue hacer del h.c. algo entendible para todos. Apuesto que si mi vieja escucha Promise ring le gusta, y esa no es la idea, ¿no?


Q: Hablemos del harcore argentino. Me acuerdo de una banda (horrible, re de chicos) que me hiciste escuchar una vez, con unas letras muy misóginas, pero críticas a la vez del modelo femenino convencional…


A: Vamos a ver, el hardcore es, muy a pesar de él, misógino. Al menos cuando yo frecuentaba el ámbito lo era. Ahora me dicen que hay bocha de minitas en los shows (malísimo, siempre a destiempo yo…). La forma de baile, y demás cuestiones, relegaban a la mujer al fondo del salón porque si iba adelante cobraba. Cuando empieza el show se pudre y no se ve a quién se tiene al lado, abajo o arriba. Lo que sí hay es mucha energía homosexual. Imaginate: doscientos adolescentes, transpirados, musculosos en cuero tirándose uno arriba del otro, intercambiando transpiración, todo muy gay, todo muy involuntario, todo muy inocente.
Es box populi el personaje de la novia hardcore sostenedora de campera mientras el novio/primo/amigo hace pogo, ese era el lugar de las chicas lamentablemente. También está la novia mudita. No en vano los 7 Seconds (de nevada) hicieron un tema que se llama "Not just boys fun" donde incitan a integrar a las chicas al baile h.c. Unos genios.La banda de la que te hablé ni me acuerdo, pero en la pregunta definiste al 98% de los grupos de h.c porteños.

¿Hardcore argentino? No sé, mi relación con el empieza cuando veo a Fun people, ahí conozco miles de personas y movidas. Un disco que me introdujo más al mundillo fue un compilado editado por Frost Bite que se llamaba "Asunto nuestro", así, re mala onda, "rebirth of hardcore pride!!!" Ahí había canciones de Anesthesia (pre Fun people), dos gemas de la primera formación de XautocontrolX, I.T.A. (ideas totalmente adolescentes, pre Bhakti), y varios grupos más que nada relacionados con el straight edge.
Otro disco muy importante para toda la movida es el "Mentes abiertas", que fue un compilado que se editó a principios de los ´90 con grupos de la primera camada, N.D.I (no demuestra interés), E.D.O (existencia de odio), D.A.J (diferentes actitudes juveniles), 2 minutos, B.O.D (buscando otra diversión) Krisis Nerviosa y Venganza. Ahí se nota la influencia de la escena h.c. de finales de los ´80, muy relacionada con la cultura skinhead, el oi music. De hecho, el primer disco de 2 minutos es un disco oi, las letras son re peronistas (sé que odias el término, pero te juro que son peronistas) la música super skin, sentimiento barrial, orgullo obrero.
Igual yo todo eso no lo viví, vi el coletazo de algunas de esas bandas en vivo, pero lo mío es la escena straight que giraba en torno a “Continuará” (bar de Palermo). Ahí se hacían fechas los domingos a la tarde. Te citaban a las 6 de la tarde, una vez fui a esa hora y el lugar todavía estaba cerrado, ni siquiera habían empezado a probar sonido, siempre empezaban, como temprano, a las 11 de la noche. En esa escena había buenos grupos, estaban los mencionados XautocontrolX, Vieja escuela (al principio, antes de la locura sXe), XeternidadX, Xactitud de cambioX (geniales), Xfuerza y decisiónX, Indiferencia... Después, en el Club del Arte, que era otro tugurio, pero eso fue un par de años más tarde.
Ahí empezó el emo acá. Pero era un emo más crusty, villero, gritón. El pilar fue Whisper, partes tranquilas que sólo servían para que la parte de gritos, bailes agachados, zapatazos contra el piso, agarrada de cabeza, rotura de equipos, tuviese más valor. Otros grupos eran Flores del sol (apestaban pero todo bien), Catarsis
No sé, después, grupos crusties, que es una rama punk, pero más extrema, temas de 30 segundos, que no se entendían nada. Lejos, los primeros y mejores exponentes del género fueron los Sentimientos oprimidos, canciones muy cortas intercaladas con discursos muy largos y políticos, antisexismo a full, miles de signitos que representaban una determinada postura con respecto a distintos sigues políticos, muchísima suciedad, (bañarse era burgués).
También había grupos de Uruguay que venían todo el tiempo para acá, y que visitábamos nosotros también. En Montevideo estaban los Hablan por la espalda, Purpura, que después de convirtió en Faraday, que después de convirtió en Santa cruz y Vitrio caccatore, y en Santa Lucía estaba Depresión adolescente.


A: No odio el término “peronismo”. Sería ridículo odiar una terminología, (sí es que lo es, tuve miles de discusiones con Stephen sobre el mal uso de ese “ismo”. Él me lo reprochaba como si yo fuera culpable de ese “error” terminológico, bla, bla, bla). Simplemente me niego a usarlo como adjetivo de cualquier cosa, (me encanta está taza, es re peronista, por ejemplo). Me violenta escuchar gente importante, y no tanto, de la cultura, en reuniones literarias, haciendo un uso gratuito del término, para hacerse los graciosos o generar complicidad en los demás. Me parece no sólo peligroso, en un momento en donde el oficialismo se ha apropiado completamente del término para captar adeptos, sino porque además como buena hija y nieta del Peronismo, entiendo que adherir a esa política implica comprometerse con ciertos valores de clase. Y aunque más tarde muchos intelectuales arrepentidos de su testaruda oposición a una política (pragmatista, diría Steve) que mal que mal incluía y defendía los derecho de la clase obrera, hayan proclamado un: “Pocho, volvé, ¡te perdonamos!”, hoy, me parece que está de moda, y me resulta más ideológico que el término mismo.
La pregunta es ahora, ¿qué es el “oi”? Nunca escuché nada parecido.


A: El oi en este contexto es como un grito de guerra skinhead, cuando están todos juntos gritan oi oi oi, a lo que los punks responden "...oi oi oi, por el culo te la doy...". También es un género musical, oi music.
A finales de los ´70 cuando el punk inglés ya era rock, todos se habían hecho famosos y no jalaban más ran y tenían contratos con sellos grandes, los pibes ingleses de barrios obreros empezaron a tomar parte de la estética punk, parte de la estética skinhead de finales de los ´70 y generaron una segunda camada de grupos mucho más lumpenes, con temáticas más barriales, todos hinchas de equipos de fútbol, violentos, algunos fascistas, asociados al National Front que era una especie de partido político de extrema derecha. Algunos de estos grupos son los Cockney rejects, Cock sparrer, 4 skins...En argentina el oi music tuvo bastantes adeptos, sobre todo en los ´80. Defensa y justicia, donde cantaba Ciro Pertusi, era uno de ellos, los Comando suicida, Calle de tierra, el primer disco de 2 minutos. Incluso, cuando Comando suicida saca su 7¨, "Al k.o", hacen un cover de los 4 skins que se llama "Kaos". Orgullosos de cómo quedó su versión le mandan una copia a los 4 skins para que vean lo que sus colegas sudamericanos habían hecho. La respuesta que reciben es el disco que enviaron lleno de mierda y una carta insultándolos y remarcando su condición de sudamericanos. La canción dice así: "Acaso no recuerdas/ en el 77/ con todos los skinhead/ en su máximo esplendor/ una mueca en su cara/ buscando siempre lucha/ buscando siempre acción/ Vuelven los skinhead/ otra vez las botas/ y el que se nos cruce/ lo vamos a destrozar!/ Somos la vieja estirpe/ los vamos a coger/ somos la vieja estirpe/ los vamos a matar/ Desde el orden/ la potencia resurgió/ y en todo el mundo/ el skinhead floreció/ Orgullosos y honrados/ de su condición/ Violentos y agresivos/ luchando por la Oi!/ Vuelven los skinhead/ otra vez las botas/ y el que se nos cruce/ lo vamos a destrosar!/ Somos la vieja estirpe/ los vamos a coger/ somos la vieja estirpe/ los vamos a matar/. Skinhead!/ Vuelven las bandas,/ caos en la ciudad/ Skinheads en todas partes,/ skinheads en el bar/ Skinheads unidos,/ en las huelgas a luchar/ Skinheads en paro,/ caos en la ciudad Kaos,/ Kaos, Kaos!/ Don´t give a toast!."


Q: ¡Qué miedo! Expulsados ¿eran hardcores? Tocaron varias veces en tu casa de Lomas de Zamora, en el "Nachopalooza"? ¿En qué año fue eso? ¿Qué otras bandas tocaron?


A: Ni ahí que eran harcore Expulsados, no quiero ser malo porque son buena gente, bah Seba es bueno. Pero si lo tuviese que definir hoy diría que son un tributo a los Ramones, con la diferencia de que ellos componían sus propias canciones (muy buenas por cierto).
A ellos los conocí en Villa Gesell, los vimos con unos amigos de aquel entonces (Leosh, Tiago, mi hermana Natalia). Sebastián, que es el pibe que canta, tenía el pelo verde como Billy Joe de Green day. Hicimos onda, les dimos unos chorizos fríos queteníamos del día anterior porque tenían hambre y nos hicimos amigos, buena onda. Tocaron en casa un par de veces. La primer vez fue una que no sé porqué mis viejos no estaban, éramos re pendejos, ni siquiera nos quedamos solos, estaba mi abuela cuidándonos. Corrimos las mesas y sillas del comedor y tocaron el living para unos amigos y mi abuela. No sé qué habrá pensado ella de todo el asunto...
La segunda vez que tocaron en casa fue en el "Nachopalooza", creo que estaba cumpliendo 15 o 16, hice una terrible fiesta e invité a tocar a Expulsados, estuvo bueno. Al año siguiente repetí, pero ahí tocaron los Tendones (grupo de la Dana muy influenciado por Mal momento) y Sin alternativa, ahí tocaban charly, (Dora Brown), Celso y cantaba Huevo, hacían grunge, obvio.


Q: ¿Cuándo un chico como vos se abre del mundillo harecore?, ¿cuando crece?


A: Hay chicos que nunca crecen, o nunca despegan del h.c. La otra vez se reunió Autocontrol y dio un show en Avellaneda. La verdad que tenía ganas de ir, pero sentí que iba a ser como una especie de reunión de la secundaria, iban a estar todos viejos y en la misma y me iba a deprimir. Encima era en Avellaneda y domingo a la noche. ¡Ni ahí!

Que sé yo, creo que el hardcore es muy didáctico, yo ahí aprendí mucho, conocí mucha gente, viajé. Cuando tenga un hijo lo voy a hacer andar en sk8, y que vaya a recis h.c. Es una buena forma de conocer larvas, aprender cómo es la movida en la calle. La cuestión es que alguna gente toma lo que sirve de eso y mueve, y otra no. Como todas las cosas buenas en la vida, la clave está en saber cuándo decir basta.

lunes, 21 de julio de 2008

With a little help from my friends

Antes de grabar un disco hay que pensar mil cosas. Hay que definir el sonido que querés, pactar, lidiar con los técnicos. Si sos una chica, te van a boludear. Si vas a grabar con Marilina Calós, tal vez no sea tan terrible. Una buena cara de culo a tiempo quizás te ahorre la mala sangre.
Hay que diferenciar la grabación de la mezcla y la masterización. Hay que aprender a expresarse, a pedir lo se quiere: acá, la voz más adelante; allá, la guitarra más atrás; más o menos cámara, intensidades, colores, texturas. Tenés que aprender a hablar, saber comparar y diferenciarte, armar frases claras y concisas.
Intentarlo es saber escuchar a los sabios, tomarse el trabajo de reconocerlos en los amigos.



Cuestiones de género (parte I)




Q: ¿Te interesa hablar de música en términos de género?



A: Como interesarme… En realidad no, me chupa un huevo el género. Pero no puedo negar que es práctico en pos de ordenar la escucha y su consecuente perorata. Las categorías siempre son económicas y ahorran tiempo. Aunque a decir verdad, cuando leo una nota en la Inrokuptibles que habla de "un post rock, con leves notas freakfolk, que maneja un preciosismo sin precedentes en la escena local..." siento ganas de inmolarme.

Q: ¿Qué es el post rock?



A: El post rock es un género medio intelectualoso de música que se hizo durante los ´90 mayoritariamente en la ciudad de Chicago. Formalmente la música post-rock consiste en tomar la estructura/textura del rock y sacarle cualquier vestigio de diversión que pudiese tener. Para más información podés recurrir a las páginas de http://www.thrilljockey.com/ o http://www.dragcity.com/, y ahí vas a encontrar un largo catálogo de grupos cultores de dicho género y otros que están buenos.



Q: Una vez vos me decías que lo que más te interesaba de una banda era ver a los músicos divirtiéndose en el escenario, ¿en qué sentido entonces te interesa el post rock, ese rock vaciado de divertimento?




A: Si, es cierto. Lo que más me interesa cuando veo/escucho a un grupo es notar que los músicos se divierten, que en realidad es una forma simple de decirlo. Lo que me flashea es que los pibes estén comprometidos con lo que están haciendo. Puede ser que en algunos casos la diversión no sea la mejor forma de definir el sentimiento, pero cuando notás que el tipo (o mina) que está tocando ahí la está pasando bien haciendo lo que hace, que se lo está creyendo y que no está simplemente entreteniéndote, que lo está haciendo por él (o ella), por su propio goce, eso me gusta. Desde ahí se arma el verosímil del asunto. Tal vez haya grupos de post rock que estén buenos en vivo, yo no vi muchos, sólo vi a Tortoise (que son como una especie de jefes del movement) y la verdad que me pareció aburrido, no recuerdo bien porqué. Tal vez porque me resultaron pretenciosos, el género en general es pretencioso.
La movida es mezclar ciertos códigos del jazz (generalmente los peores ticks de fusión grasa que le gustaría a Diego Juan /Galotti) con lugares comunes aún más odiosos del indie blanco y universitario yanqui. Babilonia.


De todas formas hay cosas que están buenas, inevitable es nombrar a Slint de Lousiville, que son los originators de la movida, primer disco en el ´89, también Gastr de sol, de donde salen Jim O´Rourke (que terminó tocando en Sonic Youth por un tiempo entre miles de millones de otras buenas colaboraciones) y Jon McEntire que después fue el frontman de Tortoise.



Q: ¿Es posible hablar hoy de géneros musicales? Me acuerdo que una vez leyendo un ensayo de Rafael Cippolini me preguntaba si habría tantos subgéneros como músicos.



A: Me parece muy acertado lo que dice Cippolini. En realidad no me gusta usar las siguientes categorías que voy a manejar, pero es imposible, lo siento. La música es música, punto. Después, qué tipo de música toques, con qué intensidad, con qué grado de dificultad, a qué velocidad, y con qué texturas te manejes, depende de cómo te sientas cuando tocás, qué amigos tengas, qué comida comas, cómo camines o qué drogas tomes. El género no importa, es algo a posteriori, son formas de envasar algo para poder venderlo. Encuadrar la música en un género (la literatura/pintura/poesía, etc.) es uno de los tantos momentos que ayudan a transformar a la música en mercancía.


Volviendo al Rafa, cuando hablamos de que hay tantos subgéneros como músicos, en realidad yo diría que hay tantas formas de interpretar la música como músicos. Los géneros son determinados por las demandas del mercado. En realidad si lo pensás no hay mucha diferencia entre cosas que son supuestamente opuestas, pero lo que cambia siempre es el paratexto, la forma de presentar la jodita. En realidad lo que pienso es que deberíamos dejar de pensar todo como si fuésemos positivistas. Las enciclopedias ya fueron, las listas no dan, las clasificaciones aburren. The message is in the muuuuuusiiiic!!!



Q: Además de que encuadrar la música en un género es un momento fundamental para el marketing ¿creés que los géneros musicales son producto de un contexto? Quiero decir, una época y un territorio. En caso que la respuesta sea afirmativa, ¿cómo ves esos géneros funcionando fuera de ese campo socio cultural?




A: Los géneros musicales como dije antes son productos del mercado. Hay que organizar de alguna forma la merca. La música definitivamente (creo) es fruto de miles de variables (estéticas, políticas, personales, sociales, geográficas, etc...) que atraviesan la cabeza del drogadicto que la está ejecutando. Si escuchás blues podés escuchar trenes, paisajes despojados, historias sobre plantios de algodón, ahorcados, gente que mata a sus familias porque no tiene qué darles de comer. Si escuchás disco music vas a escuchar efectos para satisfacer al bailarín que está ahí flasheando con ellos, el sonido, y la movida (taking drougs to make music to take drougs to...). Si sacás de contexto el género, se pudre!! Miralo a Dylan, él tomó toda la tradición de la música folclórica de su país, se leyó tooodo el libro, robó discos y se los aprendió de adelante para atrás y de atrás para adelante, fue a visitar a Woody al hospital, después se cansó de toda la escena esa revisionista con códigos muy estáticos, tomó lo que le gustaba de la movida, se mudó a Nueva York, la flasheó, se enchufó, corrió el contexto de todo, y voila, dio vuelta al mundo como un panqueque.


Otro ejemplo son los djs jamaiquinos. Desde principios de los ´70 en Jamaica la música se movía a través de los soundsystems, que eran camioncitos (o no) llenos de parlantes que iban de barrio en barrio armando fiestas en la calle, spreading the gospel o jah, había un dj, generalmente tenían echoe, delay, y sobre todo un Mc (maestro de ceremonia) que fritaba sobre los discos que el dj cortaba y reproducía en loop, haciendo de algo ya existente otra cosa. En un momento un jamaiquino se muda a Nueva York y los pibes se copan, pintan soundsystems en el Bronx, batallas, mcs que en vez del patau jamaiquino rapean (fritan) de la única forma que pueden hacerlo que es con su acento, sus giros idiomáticos y sus preocupaciones y satisfacciones entonces, estamos escuchando rap.





Q: Agotemos el tema así después podemos hablar en otros términos ¿qué te gusta del género rock? ¿del punk? ¿del folklore (argentino/latinoamericano)? ¿del tango? ¿del jazz? ¿del soul? ¿del blues? ¿del rap? ¿del dub? ¿del pop? Algún otro género que creas importante definir conceptualmente, sin hablar del Harcore al que le vamos a dar un protagonismo especial, porque es un género que realmente no comprendo. Me interesan definiciones precisas, no técnicas, si es posible, sino que señalen el espíritu del género. Antes, decías “el blues es gente que mata a su familia porque no puede darle de comer” ¿se entiende?


A: Para mí hay momentos de la música (fijate como me esfuerzo en esquivar la palabra género) que me parecen que tienen más importancia que otros, o que aportan cosas que duran más. Es como que de cada momento se van desprendiendo sedimentos que se toman en otro lugar, años más tarde, para construir otra cosa totalmente distinta. Por ejemplo el northern soul, a finales de los ´60/pincipios de los ´70 en el norte de Inglaterra. Los pibes empezaron a mostrar mucho interés por el soul norteamericano -que por haberse dado a la par del surgimiento de los massmedia, además de ser increíblemente emotivo/divertido/bailable, fue uno de los primeros movimientos pop, y de su reinterpretación surgieron muchas cosas muy interesantes, como es el Reaggae, por ejemplo-. Lo que hacían los djs de estos clubes era juntar unos pesos, iban a revolver galpones y ventas de garage en E.E. U.U y volvían con gemas desconocidas, rarezas, grupos que editaban un solo simple y ni siquiera grababan un LP, grupos con formaciones inciertas, música de productores, con el acento en distintos lados del proceso de producción. Una vez que llegaban a Inglaterra pasaban esos discos en clubes donde se bailaba hasta las 6 de la mañana (allnighters), se tomaban anfetas (Araca el negro de Quadrophenia que guardaba pastillas azules en su sombrero), se bailaba con pasos no conocidos hasta aquel entonces, movimientos más enérgicos, alguna que otra maroma, hay quienes ven acá un antecedente directo del Breakdance. Pero lo más revolucionario que hacían los djs era no decirle a nadie quién hacía estás canciones. Ellos pasaban la música no de la copia original, sino que mandaban a hacer acetatos, que son una forma de copiar vinilos, un material blando que sólo resiste pocas pasadas. Los más radicales/cabezas directamente pegaban un papel sobre la etiqueta del disco para que se lea el nombre del interprete/productor. Con este simple y mezquino gesto lo que estaban haciendo era apropiarse de esas canciones, crecía su prestigio, la gente los iba a escuchar porque era la única oportunidad que tenían de bailar esa canción genial que nunca habían escuchado en ningún lado, y eso ponía al dj en primer plano. Daba vuelta toda la concepción de producción y propiedad artística, expropiación!!! Eso para mí es super político, más político y efectivo que cualquier canción de Phil Ochs (No that there´s anything wrong about him).

En cuanto a los otros géneros que me decís, que sé yo, el Punk también es muy fuerte conceptualmente, hay grupos como Crass que más allá de imponer una agenda temática muy anarca, empezaron a hacer cosas muy interesantes en la distribución de sus discos, la organización de los shows, etc. Nunca cobraron una entrada (bah, una sola vez, rock against racism??). En la tapa de todos los discos ponían "pay no more than 45 p" que luego se volvió una leyenda obligatoria en cada disco punk. En cuenta definitiva, hicieron del "Do it yoursef" un paradigma estético y ético. Además no sabían tocar mucho y eso los hacía sonar como nadie. Pavimentaron el camino para que muchos chicos y chicas alrededor del mundo pudieran creer que podían hacer algo, así que, grosso.

Al Tango todavía no le entré con fuerza, tal vez dentro de un par de años. Ahora me imagino a Gustavo Pardi con Leo Sbaraglia vistiendo pantalones marrones con una camisa blanca y chaleco de lana negro en el Bar de Roberto y me muero de depresión. De todas formas sé que cuando me deshaga de esa imagen va a ser algo que voy a disfrutar mucho.


El Soul es todo, junto al Blues (también hay música floklórica africana y oriental, cosas más primitivas, no?) Creo que forman los cimientos de lo que hoy conocemos como música. Tiene momentos también, sellos, ciudades, años, miles de variables, pero básicamente es música muy pegadiza, o muy romántica, o muy oscura. Está Motown, que es más pop, al Sr Gordy le gustaba el bille, entonces Holland Dozier y Holland, los productores estrellas del sello, trataban de meterse dentro de la cabeza (entre otras cosas) de las niñas de 15 - 16 años de la nación y generaban un imaginario muy gracioso de lo que es la vida de una adolescente: "Chicas/ reúnanse alrededor mío/ y escuchen las noticias/ Finalmente me besó/ Oh, días felices/ mi corazón tiene que gritarlo/ voy a buscar mi diario y escribiré al respecto", genial.
También estaba Smokey, el personaje de él era un negrito lindo, sufrido, que trataba constantemente de convencer a las hormonales niñas de que a pesar de ser un chico sonriente y alegre su corazón estaba en ruinas, "La gente dice que soy el corazón de la fiesta/ porque digo un chiste o dos/ aunque pueda estar riéndome alto y de corazón, en mis adentros estoy triste/ así que mirame a la cara/y vas a notar que mi sonrisa está fuera de lugar/ si mirás de cerca es fácil de rastrear/ los corredores de mis lagrimas", me convenció.
Después había otras cosas más roqueras, Stax, Volt, Atlantic, sellos menos conocidos, Ottis, Aretha, más Gospel, Stple Singers (I´ll take you there!). Por otro lado, el gran Curtis Mayfield, podría seguir por siempre.

El Blues es genial, personalmente recomiendo la primera etapa, el blues del delta: viejos que fueron descubiertos por fieldrecorders (como el gran Sr Lomax) en fábricas, plantaciones, cárceles. Guitarra, voz, a veces sólo voz, otra armónica. Leadbelly, Blind Lemon Jefferson, Robert Johnson, obviamente.


El Rap es lo más, ya hablé un poco antes, género que supo ser muy noble y que ahora se encuentra en el tramo más oscuro de la danza dialéctica, pero que todavía hace bailar y convoca las partes más nobles de la percepción.


¿El pop? realmente no entiendo muy bien de qué se trata. Creo que el 99 % de la música que nos llega es pop. No depende de cómo suena, sino de cómo se distribuye y produce. Qué se yo, el pop es malo.


Me dejo el Dub para el final: yo creo que en Jamaica se dio el movimiento más revolucionario a nivel conceptual y seguro que fue sin querer. En la isla se escuchaba Soul, Calipso, Rocksteady, y como los discos eran caros y querían que la movida tenga calor local, la gente empezó a hacer covers de temas como podían, mezclándolos con ritmos caribeños, fumando bocha de porro. Tanto porro fumaron que pensaron, ¿qué ponemos el otro lado del disco? (simple de 45") Otro tema no da, y otro dice: "ya fue, agarremos la base del tema, mezclémosla un poco más, tirale un poco de delay a la voz, sí, sí al tacho también. Pone el bajo adelante, así suena como la puta que lo parió, y listo, tenemos otra cosa con los mismos materiales" Acá hacen algo bastante radical: decidieron que lo importante ya no era el momento de la ejecución, sino que ahora lo que definía todo iba a ser lo que hacían después. Ya no se trataba de tocar el bajo y la batería, sino de girar perillas, de poner echoes, de superponer pistas. El capitán del barco es el productor, el operador. No hay caras, hay sonidos. El paso siguiente es el soundsystem, a parte de los productores estaban los djs que remezclaban esas mezclas y el mc cantaba encima. Lo que salía era otra cosa, lo que usaban seguía siendo lo mismo. Costo cero. Música barata, bananera, genial. ¿El autor? Bien, gracias. ¿Quién es?, ¿quién firma este monstruo?, ¿quiénlo cobra?, ¿a quién publicitamos? Toda la estructura de la música hecha hasta aquel entonces, al carajo. Seymour Stain, ¡te querés matar! Aguante el porro.

Q: Te faltó el jazz y el folklore argentino. El folklore es un género que pareciera no interesarles mucho a los chicos cancheros del ambiente del rock, al mismo tiempo que sobrevaloran el folk norteamericano. Si Dylan siempre es una referencia, por qué no se interesan en explorar un poco este ritmo, para ver con qué se encuentran, robar, nutrirse, para a ver qué sale.


A: Sí, es cierto que acá el folklore nunca tuvo una reivindicación, aunque no estoy de acuerdo con eso de que el folk yanqui está sobrevalorado, a mí me encanta. Cualquier cosa podés hacer dos cosas: la primera sería bajarte la "anthology of american folk music" de folkways records compilada por el gran Harry Smith, o también nos podemos encontrar en una plaza y cagarnos a piñas hasta que arreglemos el asunto. Vos elegís.
Acá el folklore nunca tuvo un exponente joven y canchero como Dylan, aunque a mí me gusta y respeto mucho a Leon Gieco (boing!!) que toma una cierta tradición folklórica y la mezcla con rock. De hecho en De Ushuaia a la Quiaca hace como una especie de relevo de ritmos locales muy interesante, y es un proyecto noble, además hace buenas canciones. También esta Leda Valladares, ella me parece genial, su obra es increíble, a parte de las cosas con María Elena Walsh, también hace un relevamiento de canciones pasadas de generación en generación oralmente, mayoritariamente vidalas, música del norte, cosas muy trivales, despojadas, a capella, o con instrumentación mínima. También Atahualpa, ¿qué voy a decir yo de él?
El problema principal con nuestra (no me siento muy cómodo usando esa persona) percepción de nuestra tradición (acá no me molesta tanto el "nuestra") es que somos un país muy bananero, o una ciudad muy bananera, porque me parece que tenemos que hablar de la producción musical porteña. Acá León hizo lo que hizo porque el también se leyó todo el libro y sabe quiénes son y qué hicieron Pete Seeger y Allan Lomax, pero después no hubo gente que le hable a su generación desde la tradición. La tradición acá es como una malapalabra, miramos mucho para afuera. Sólo basta con que venga el infradotado de Devendra Vanheart (o como mierda se escriba) a decir que le gusta Altahualpa y Mercedes Sosa (?!) para que los pelotuditos de la inrocks salgan a hablar maravillas del pobre Ata. Sole de Arequito ya se los había dicho giles!! A ella no la escuchan, no?
Freakfolk my ass!!
No sé, yo la verdad es que nunca escuché mucho folklore, me hago cargo de que me cuesta lidiar con la tradición como algo distinto a lo que nos embutían en la primaria, pero bueno, si me explican con paciencia entiendo.
¿Qué puedo decir del Jazz? Cuando era chico mi amigo Román tenia un hermano grande que se llama Damián (años más tarde lo vi en tanga de leopardo, pero esa es otra historia...) y él me mostró haciéndose el canchero un disco de Coltrane que se llamaba Interestellar Space. Desde ahí que me pareció lo más toda esa movida. El loco tenia un batero indú (Rashid Alí) que tocaba de una forma que nunca había escuchado antes, sonaba mucho más fuerte que Sepultura y Pantera juntos, enojados, y calientes, y lo había grabado en el ´65 cuando Phil Anselmo ni siquiera había nacido (o era cambiado por su madre). Desde ahí supe: cuando sea viejo y esté cansado de todo, sólo voy a escuchar jazz. Aún lo creo. Para mí el Jazz (y a riesgo de sonar como un boludo con pitucones en los codos) es un lenguaje musical distinto, pero no distinto como la pera es distinta de la manzana: distinto como Riquelme es distinto al resto de los jugadores. Así. Como dijo no sé si Archie Shepp o Albert Ayler (no me acuerdo cuál...) "ya no se trata de notas, se trata de sentimientos".